Intervención Psicológica en Catástrofes y Emergencias

La intervención psicológica en catástrofes y emergencias es necesaria ya que estas situaciones generan daños psicológicos inmediatos en las personas. Estos acontecimientos suelen ser desastres naturales o situaciones inevitables que tienden a aparecer de forma precipitada, como por ejemplo accidentes de tránsito, accidentes laborales, … de forma que afecta al individuo de muchas maneras, especialmente desde el punto de vista cognitivo, emocional y físico.

Intervención Psicológica en Catástrofes y EmergenciasEn el caso de los ataques terroristas, desastres naturales, secuestros, asesinatos, robos o masacres masivas, las secuelas psicológicas se generan con mayor intensidad en los sobrevivientes, en sus familiares y en los familiares de los fallecidos. Sin embargo, el equipo de rescate también necesitará de terapias psicológicas constantes para mantener la ecuanimidad y el equilibrio en esos casos.

Es importante tener en cuenta las diferencias entre las catástrofes y las emergencias al momento de planificar las intervenciones psicológicas para el personal de rescate y los afectados. Por una parte, mientras que las catástrofes se refieren a una situación que envuelven a una masa y que trae consigo consecuencias destructivas que demandan un detenido proceso de recuperación, con equipos técnicos y humanos de alta calidad, adecuadamente formados y entrenados, las emergencias son las situaciones que pueden resolverse con auxilio y asistencia local, por ejemplo: un accidente de tránsito o un robo.

Entonces, al principio hemos de entender dos cosas, la primera es que las catástrofes y las emergencias además de producir muertes, enfermedades y destrucción, también suponen secuelas en la psique de aquellos que estuvieron vinculados con el hecho, y en segundo lugar, que las intervenciones psicológicas con el equipo de rescate se aplican antes y después del suceso.

Por tanto, entendemos la intervención psicológica en casos de catástrofes y emergencias como una de las muchas ramas de la psicología que va orientada al análisis de las reacciones que se producen en las personas antes, durante y después de un evento de emergencia o de una catástrofe. Al mismo tiempo, se entenderá como la ejecución de actividades que intervendrán psicosocialmente en los individuos para prepararlos psicológicamente antes del evento, reducir las respuestas negativas durante el evento y rehabilitar la psique después de lo sucedido, puesto que estos hechos pueden generar altos grados de estrés, depresiones y alteraciones.  

De igual modo, esta rama de la psicología se encuentra íntimamente relacionada con otras áreas, como la psicofisiología y la psicología clínica, debido a que es la única forma de comprender efectivamente cuáles son los efectos del trauma o del estrés a corto, mediano y largo plazo. Asimismo, la psicología para el desarrollo también guarda un vínculo, dado que con ella, el psicólogo va a comprender de mejor forma la evolución del desarrollo biológico, psicológico y social de los seres humanos, así, el experto podrá dividir e identificar los grupos que han sido más vulnerables a la catástrofe o situación de emergencia.

Efectos Psicológicos y Crisis Traumáticas

Como es de esperarse, la alteración o los cambios drásticos de la vida de las personas producto de una catástrofe o situación de emergencia, puede traer como consecuencia lo que llamamos “una crisis traumática”, que también podría definirse como un estado caracterizado por el desequilibrio psicológico al momento de enfrentar nuevas situaciones. Al mismo tiempo, se trata de una condición temporal que complica el proceso de adaptación. Vale decir que las crisis traumáticas son respuestas agudas involuntarias que producen deterioros funcionales notorios en el individuo, así como sufrimiento, dolor, confusión y aflicción.

Para identificar una crisis traumática, debemos tener presentes las siguientes características: en primer lugar, una crisis se desencadena por un hecho imprevisto y precipitante, el cual, genera desequilibrio en las emociones del individuo, produce sentimientos negativos como la impotencia, la inseguridad y el miedo, genera cambios y tiene la capacidad de desencadenar enfermedades. Además, la crisis traumática es una condición temporal, es decir, una vez que el individuo culmine con su tratamiento, volverá a sentir y a reaccionar de la forma que lo hacía antes de la catástrofe o la situación de emergencia.

Uno de los puntos a resaltar, es que en estas situaciones de crisis, los individuos son incapaces de resolver sus conflictos de la forma habitual o con los métodos que han acostumbrado a utilizar durante su vida. Por tanto, se vuelve absolutamente necesario el apoyo psicológico y social a aquellas personas que sufren una crisis traumática como consecuencia de un suceso desagradable.

Las reacciones psicológicas frente a catástrofes o emergencias, no se refieren únicamente a las crisis traumáticas, puesto que también existen otras reacciones individuales que conocemos como efectos psicológicos, dentro de los cuales podemos mencionar: las respuestas psico-fisiológicas, en las que el individuo siente el cuerpo descompuesto y vive síntomas como el cansancio, las náuseas y los escalofríos; las respuestas del comportamiento, que incluyen alteraciones del apetito, cambios en el sueño e hipersensibilidad; las respuestas emocionales, relacionadas con los bajos estados de ánimo; y por último, las respuestas cognitivas, que se vinculan con la toma de decisiones y el déficit de atención.

Los efectos psicológicos también pueden categorizarse de acuerdo a la reacción del individuo durante la catástrofe o la emergencia, aquí ubicamos distintos tipos de respuesta:

  • Normales, son respuestas que se activan cuando el individuo logra mantener sus emociones en niveles altos pero aceptables.
  • Paralizantes, estas respuestas psicológicas emergen cuando las personas se quedan sin habla y sienten que no pueden moverse físicamente debido al shock y el miedo.
  • Hiperactivas, estas respuestas psicológicas se dan cuando el afectado, por el contrario, siente una descarga fuerte de adrenalina y tiene más energía de la habitual.

En el caso de los niños de uno a seis años, las reacciones psicológicas frente a catástrofes o situaciones de emergencia incluyen la pasividad, el aislamiento, el miedo general, el déficit de concentración, las pesadillas en las madrugadas, problemas para dormir, dependencia exagerada hacia los padres, retroceso en conductas superadas como dormir solos o ir al baño, sentimientos de angustia, la añoranza de aquellas personas que murieron en la catástrofe (de ser el caso), la práctica de juegos repetitivos vinculados con el hecho y la incapacidad de hablar sobre lo sucedido.

Con relación a los niños de siete a diez años, sus reacciones psicológicas engloban: un alto sentido de responsabilidad por la situación de emergencia o la catástrofe, temor a quedarse solos en un lugar, pánico de tener contacto o relación con personas o elementos que recuerden lo sucedido, conversaciones largas y repetitivas sobre lo ocurrido, imposibilidad de controlar los sentimientos y emociones, problemas para dormir, sensación de inseguridad, cambios drásticos de conducta, miedo a los fantasmas y dolores en el cuerpo.

Cuando se tratan de jóvenes de 11 a 18 años, las respuestas psicológicas se relacionan más con el sentimiento de culpa. Por haber sobrevivido a la situación, el individuo siente desinterés y despreocupación por la vida, pena, hipersensibilidad, comportamiento sexual incorrecto o inapropiado, consumo de drogas o alcohol, delincuencia, problemas para relacionarse con otras personas, dificultad para mantener vínculos afectivos, deseos de venganza y ganas exageradas de llegar a ser una persona adulta antes de tiempo.

En el caso de los adultos, sus reacciones psicológicas abarcan el llanto prolongado, la sensación de tristeza durante el día, la necesidad de tomar ansiolíticos por la ansiedad, la falta de sueño, el cansancio, la mala memoria, falta de higiene personal, malos hábitos alimenticios, problemas para tomar decisiones, inseguridad, frustración, la excesiva ingesta de alcohol, problemas de drogas, situaciones irregulares en el trabajo, recuerdos reiterativos del evento, el aislamiento, problemas con la familia, náuseas, taquicardias, dolores corporales, problemas respiratorios, agotamiento y disminución de la resistencia física.

También es importante aclarar, que las reacciones psicológicas se presentan de acuerdo a la fase de la catástrofe o situación de emergencia, y que además, las reacciones individuales son diferentes a las colectivas. La primera de las etapas, sería la fase pre-impacto, es decir, antes del hecho, aquí ubicamos lo que los expertos denominan “período de amenaza” cuando, por ejemplo, los medios de comunicación y los expertos en meteorología, advierten a la población de un posible tsunami. En la situación anteriormente mencionada, comienzan a producirse niveles altos de estrés y ansiedad en la colectividad, y es aquí cuando empiezan los sentimientos de confusión e impotencia frente a la llegada de un desastre, situación que también genera problemas para la toma de decisiones. En este escenario, algunas personas adoptan una postura fatalista y niegan el riesgo, aseguran y se repiten a sí mismas que dicho evento no traerá consecuencias negativas para ellas ni para su familia, sin embargo, otras personas adoptan una posición planificadora y al mismo tiempo hostil.

La segunda etapa sería la fase del impacto, también conocida como la fase durante la catástrofe o situación de emergencia. En ella, tienen lugar reacciones contrastantes, por una parte, es posible que se presenten problemas para la función motora y esto a causa del pánico, la pérdida del control que cada persona tiene sobre sí misma y otros factores psicológicos. Psicólogos y psicoterapeutas aseguran que el comportamiento de supervivencia de cada individuo, está muy vinculado con la personalidad del mismo, la forma en la que asume la auto-defensa psicológica y los procesos de adaptación que ha vivido anteriormente.

Por último, ubicamos la fase post-impacto, también conocida como la etapa después de la catástrofe o situación de emergencia. En ella, los individuos deben afrontar el nuevo día a día, y de esta forma, enfrentarse a los cambios que generó el suceso. La persona se siente afligida por las alteraciones en el ambiente, las pérdidas materiales o las pérdidas de personas con las que existía algún vínculo emocional, estos factores dependerán directamente del tipo de suceso o acontecimiento del que se trate. Lo cierto es que en esta etapa, el individuo siente mucha frustración, ansiedad, miedo, depresión dependencia e impotencia.

Por otra parte, las catástrofes y situaciones de emergencia también generan comportamientos relacionados con el suicidio y los estados de pánico. Asimismo, pueden generarse trastornos psíquicos por estrés agudo y post-traumático o patologías de orden depresivo. En el caso del trastorno de estrés postraumático, los psicólogos aseguran que este desequilibrio se genera en la fase post-impacto, después de transcurrir cinco meses del acontecimiento traumático o impactante.

Los psicólogos diagnostican el trastorno por estrés agudo y postraumático, una vez que detectan algunos síntomas como: el recuerdo recurrente del evento traumático, sueños frecuentes sobre lo sucedido, la evasión de elementos, lugares o personas que estén relacionadas con lo ocurrido, lagunas mentales sobre el evento traumático, insomnio, irritabilidad, déficit de concentración, neurosis, inseguridad, pérdida del interés por algunas actividades, depresión, aislamiento, culpabilidad, problemas académicos, familiares o laborales, ideas suicidas y consumo de alcohol o drogas.

Equipos de Intervención

Una catástrofe o una situación de emergencia pueden generar muchas necesidades básicas que tienen un efecto directo en la psicología de las personas vinculadas al suceso. Por tanto, se vuelve necesaria la intervención psicosocial, y para ello, se debe construir un equipo encabezado por psicólogos, psiquiatras, trabajadores sociales, médicos, enfermeros excelentemente formados o cualquier profesional necesario en casos específicos, por ejemplo, traductores o personal de sanidad. Asimismo, la intervención de dichos profesionales estará sujeta a la fase de la catástrofe o situación de emergencia.

Inmediatamente después del suceso, en el lugar de los hechos, los equipos de intervención deben resguardar la integridad física de la persona, examinándola y asegurándose de descartar lesiones físicas de gravedad, pero al mismo tiempo, los expertos en psicología deben preocuparse por orientar, el apoyar, tranquilizar al individuo y proporcionar al afectado información sobre su situación y la de sus familiares o personas cercanas.

Una vez transcurridas varias semanas después del suceso, ya en un ambiente medianamente seguro y sin amenazas, es posible que el afectado presente alteraciones psíquicas graves o indicios de problemas psicológicos que pueden desarrollarse con el tiempo, es aquí donde debe actuar el equipo de intervención formado por profesionales especializados en psicología aplicada a catástrofes, emergencias y crisis, además de los expertos anteriormente mencionados, el objetivo es reunir un equipo de intervención con disponibilidad para presentarse en dichas situaciones de emergencias.   

Intervención Psicológica

La intervención psicológica en catástrofes y emergencias tiene como objetivo disminuir los efectos de las reacciones psicológicas negativas en los individuos, y también, enseñarles cómo mantener una actitud adecuada frente a posibles amenazas para que respondan con seguridad y confianza ante el peligro. Podemos hablar de la intervención psicológica de acuerdo a las personas relacionadas con el suceso y a la fase de la catástrofe.

La intervención psicológica debe aplicarse a todas las personas vinculadas con la catástrofe, es decir, a los afectados, a los familiares y al equipo de emergencia operativo. El objetivo de este tratamiento es apoyar psicológicamente al individuo con el fin de reforzar su capacidad para enfrentar este tipo de situaciones.

En cuanto a la intervención psicológica aplicada tanto a las víctimas como a sus familiares, el psicólogo deberá explicarles el significado y alcance de la irregularidad psicológica que implica haber estado presente en una situación de emergencia o catástrofe. Asimismo, el psicólogo debe dejar claro que se trata de un período de transición conformado por reacciones normales y compulsivas que se presentan por la necesidad de buscar una explicación lógica sobre el hecho catastrófico. El especialista va a actuar en función a la gravedad de la situación. Si se trata de una irregularidad leve, el profesional puede aplicar técnicas de relajación; pero si los pacientes presentan síntomas intolerables de ansiedad, es posible que el psicoterapeuta deba recurrir a fármacos tranquilizantes.

También debe ayudar al paciente a liberar la tensión emocional, esto se logra si el psicólogo se sienta a escuchar al individuo sin exponer algún juicio de valor. El hecho de escucharle, puede ayudar a evitar la presencia de secuelas. También es posible que, para liberar la tensión emocional, el paciente sienta la necesidad de expresarse con llantos o breves descargas de agresividad verbal, en este caso, el psicólogo debe saber manejar estas conductas para que no se vuelvan reiterativas.

De acuerdo con este mismo punto, es importante contar con el apoyo incondicional de la familia, los amigos y los compañeros de trabajo. Siendo este, uno de los factores más importantes para aminorar los efectos negativos del suceso catastrófico o emergencia. También es conveniente que aquellas personas que fueron afectadas de la misma manera, se relacionen y conversen con el paciente porque en ellas encontrarán una comprensión más asertiva. Es preciso decir que el apoyo de las personas del entorno, entiéndase amigos, compañeros y familiares, suele ser determinante para la evolución del tratamiento.

Con relación a la actitud o comportamiento que deben asumir los familiares y amigos del paciente, ellos tendrán la tarea de evitar que el individuo se sienta desolado o se aísle, por tanto, sus allegados deben programar actividades con el paciente para pasar tiempo a su lado y prestar atención a su evolución. Por otra parte, deberán escucharle cada vez que el paciente quiera compartir sus sentimientos, tranquilizarlo con relación a sus miedos y hacerle sentir seguridad, es recomendable también que los amigos y familiares dejen que el paciente llore cada vez que tenga ganas de hacerlo, puesto que es la única manera de liberar toda la carga emocional que lleva por dentro.

Durante el tratamiento, los pacientes deben tratar de dormir las horas de sueño reglamentarias y recibir ayuda con las responsabilidades laborales y las tareas del hogar. Es importante que los pacientes sientan un espacio en el que puedan guardar silencio y reflexionar sobre lo aprendido, pero lo cierto es que esto dependerá de la personalidad de cada individuo. Por último, el paciente debe volver a sus actividades cotidianas y organizar una nueva rutina, para poder lograrlo, el individuo debe trazarse metas a corto plazo u objetivos diarios. Es recomendable que las personas intenten asistir a los lugares que le recuerden el suceso, hablen con los jefes y compañeros del trabajo sobre su condición para que comprendan el proceso de reintegración laboral y descansen más de lo habitual.

En cuanto a la intervención psicológica aplicada a los cuerpos de ayuda y grupos de salvamento, el objetivo primordial del psicólogo es asesorarlos profesionalmente para que ellos mismos cuiden de su propia integridad mental durante el proceso de rescate y después de la catástrofe o situación de emergencia. Es decir, en el caso de ellos la intervención psicológica debe llevarse a cabo antes y después del evento. Estos cuerpos de ayuda pueden estar integrados por: bomberos, soldados, militares, guardias, trabajadores sociales y médicos.

Los psicólogos deben estar cuidando los niveles de estrés de estas personas durante el servicio de ayuda. Si el profesional de la salud mental identifica alguna irregularidad en el individuo, debe apartarlo del lugar donde está y llevarlo a una zona más tranquila, luego preguntarle si se encuentra nervioso o alterado, posteriormente, escuchar todo lo que esa persona quiera decir, corroborar que el estado en el que se encuentra el individuo no se escapa de los niveles normales, brindarle apoyo, incentivarlo, felicitarlo por su trabajo y pedirle que descanse aproximadamente un cuarto de hora.

Después de la catástrofe o situación de emergencia, el psicólogo debe reunirse con el equipo humano de intervención para llevar a cabo diversas técnicas que permitan liberar la tensión emocional de los individuos, entre ellas podemos mencionar las técnicas de desahogo que permiten a los participantes comentar sobre las experiencias individuales, su visión de los hechos y las sensaciones vividas en el proceso. Para finalizar, es indispensable que el psicólogo le informe al equipo sobre los síntomas que pueden experimentar en los próximos días y cómo deben actuar frente a ellos.

Psicólogos de Montevideo expertos en emergencias



Autor: © PSIGUIDE